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Artículos: Filosofía Trek

Curiosidad

Dicen que la curiosidad mató al gato (y embarazó a la mujer, agregaría mi hijo de 15), pero es la base de la filosofía Trek.
La curiosidad, el saber más, el ver qué hay más allá.
Es no estar enamorado de la seguridad que me ofrece el hoy, el aquí y ahora, el malo (o bueno) conocido. Es aventurarse a más, es riesgo, es apuesta. Es falta de seguridad e incertidumbre. Es correr con la chance de perder todo lo bueno por perseguir una quimera. Pero es también la posibilidad de ser los primeros, de poner una respuesta nueva a una pregunta vieja (o una pregunta nueva a una respuesta vieja), de volver a mirar con ese brillo asombrado que solíamos tener de chicos.
La seguridad adulta nos quita algo de esa "irresponsabilidad". En definitiva, cualquier buen oficial de la flota no es más que un adulto no asumido, un grande que no deja de ser chico.
Cuando miro para adentro y me encuentro apoltronado en las seguiridades (buenas y cómodas seguridades), también me encuentro con esa insatisfacción de sentir que "no hay nada más", "se acabaron los desafíos". Es ahí que me sacudo la modorra (¡y cómo cuesta eso!), me paso el plumero por el espíritu, me calzo mi uniforme de la flota (simbólicamente, jamás me animé a agenciarme uno de verdad) y salgo a cazar alguna ilusión nueva. Y si salgo perdiendo, herido o magullado...¿quién me quita lo bailado?

Amaneceres

La otra tarde, charlando con alguien muy querido y también afecto a Star Trek y la CF en general (Futuros) nos preguntábamos sobre el ¿para qué la CF?
Veíamos como la CF que nos sedujo de adolescentes (¡hace tanto tiempo!) no se terminaba de alejar, en su propuesta y temática, de la actual. Básicamente funcionaba como un estridente sonido de alerta roja del Enterprise, diciendo que algo no andaba nada bien y que el desastre era inminente. De jóvenes era la amenaza del holocausto nuclear, las invasiones alienígenas (con aliens muchas veces parecidos a los comunistas) y otras yerbas. Había excepciones, quizás Asimov, Bradbury, Clarck (¡qué delantera!) y, claro, Sturgeon que proponían otras direcciones. Sin embargo la tendencia era esa. Actualmente, quizás, la tendencia apunta en dirección al dominio económico, las multinacionales que se hacen con el poder, la catástrofe ecológica, el dominio de las máquinas y tantas otras. Sin embargo la idea de la CF como un estridente sonido de alerta roja sigue intacta. Nos preguntamos si no sería hora de otra cosa.
Si no sería hora de que la CF empiece a decir: "se puede vivir distinto".
Quizás sea el amanecer de un nuevo tiempo en la propuesta. O, en todo caso, de una revitalización de direcciones ya hace mucho comenzadas. Star Trek siempre fue en esta dirección, ya sea en sus encarnaciones más ingenuas o más "realistas". El mensaje es siempre el mismo: "se puede vivir de otra manera".
Es paradojal, o tal vez no, que en la cultura del optimismo a ultranza sobre el bienestar del futuro, la CF haya sido una mosca negra alertando sobre catástrofes y riesgos inminentes.
Es paradojal, o tal vez no, que en esta época nihilista y de un inmediatismo escéptico, la CF tenga que hablar de la esperanza e invitarnos al desafío interior de vivir de otro modo.
La Federación es una utopía, pero ¿por qué no tomarla como modelo para ver qué podemos hacer en nuestra vida?
Seguro que hoy es imposible pensar en una organización mundial con los valores y principios de la federación. Pero, ¿yo no puedo ir construyendo mi pequeña "federación" doméstica en el vínculo con mi familia (privilegiando el diálogo por sobre la tecnología), con los amigos que tengan sentires similares (en donde el ser esté por arriba del tener), agrupándome para armar proyectos más solidarios y cooperativos?.
Es posible.
Yo hace 19 años que armé con colegas una cooperativa de trabajo. Y en esa época ni sabía qué era la federación. Sin embargo logramos crear un microcosmos que opera con criterios y prioridades muy distintos a los de la economía de mercado.
La CF puede hablar de distintos amaneceres, pero todos hoy tendrían que repetir con insistencia: "se puede vivir de otra manera"

Adonde nadie ha llegado antes

Título del post y leyenda mítica de Star Trek.
Resúmen, tal vez, de todo este mes de abril de desaparición (otra vez) forzada.
En parte, culpo a la PC que decidió fallecer sin previo aviso (en realidad me avisó hasta el hartazgo pero no le dí bola).
En parte, culpo a mi vida cada vez alborotada que no me deja tiempo para distenderme escribiendo un post (tampoco para tensionarme escribiendo un post)
Pero, en realidad, la vida me pasó por encima. Me pasó por encima sorprendiéndome. Nada resulta como era previsto (por suerte), los logros que parecían a un año de distancia en el futuro y de ardua concreción, se encuentran a la vuelta de la esquina (no de la noroeste, Blanca).
Y el corazón sorprendido ve cómo los imposibles se vuelven posibles.
Por eso me siento parado en dónde nadie (o al menos yo) había llegado antes. El futuro es más cercano y se abren caminos donde no los había. Todos los días de abril encerraron sorpresas de crecimiento, concreciones, aperturas.
Ejemplos, una tía monja que vive en Perú que me ofrece la exacta cifra de dólares que estaba necesitando para resolver una cuestión económica más que apremiante. Aclaro que la monja no tiene dónde caerse muerta, pero "casualmente" disponía de esa exacta cifra apartada para un caso de necesidad de alguien.
Más ejemplos, pensamos en mudarnos; nos disponemos a una larga búsqueda porque la propiedad que necesitábamos tenía un montón de componentes irrenunciables para cobijar a mi familia y mi trabajo; ni hablar del precio. Resultado: el primer departamento que vemos (¡el primero!) reúne todas esas condiciones (y algunas más que no habíamos pensando) y se puede negociar por la exacta cifra de la que dispondríamos.
Siguen las cadenas de "casualidades", de lograr lo imposible, de que corazones endurecidos se comiencen a ablandar.
Por eso mi ausencia. Básicamente por perplejidad.
Por eso, ahora, mi presencia, para invitar a todo aquel que pase por aquí a postarle a llegar a donde nadie (o al menos uno mismo) ha llegado antes.
Hasta cuando me sea posible volver a robarle un momento al resto de mi vida.

La Autodeterminación: ¿Un año más cerca?

Hacia fines del 03, lanzábamos en este blog una nueva sonda Voyager ("2004: ¿un año más cerca o más lejos?").
La misma tuvo su primer parte de la respuesta ("La ética del poder: un año más lejos").
Llegó la hora de la segunda parte de mi modesta respuesta. El problema es que esta respuesta es más una pregunta que otra cosa.
Pregunta dirigida al corazón, a la conciencia, a la mente y el espíritu de cada uno que tenga ganas de responderla: ¿vos, estás más cerca o más lejos?
Porque la utopía Trek (con sus valores, propuestas, ideas, conceptos, etc) es algo mayoritariamente viable en la mayoría de las circunstancias en que vivimos.
Por supuesto que, casi siempre, el entorno no favorece el desarrollo de utopías humanistas y sociales (más bien todo lo contrario). Pero ¿desde cuándo quedó abolida la autodeterminación?, ¿cuando nos amputaron la libertad?, ¿en qué momento perdimos los genes que nos hacen ser soberanos de nosotros mismos, dueños de nuestras desiciones, señores de nuestras opciones?.
Me cansa la actitud de criticar el entorno (cosa que comparto y aliento) para después, sencillamente, justificarnos por ese mismo entorno. Esa actitud se torna una complicidad encubierta (y posiblemente involuntaria) con las propuestas.
Y, lo que es peor, nos hace olvidar que nadie nos puede obligar a vivir como no queremos.
Lo repito, las circunstancias nos condicionan. Nos presionan. Nos exigen muchas veces de un modo dramático. Pero no quedamos determinados como individuos. Sólo podemos autodeterminarnos.
Victor Frankl (ex-discípulo de Freud, prisionero de campos de concentración, mente brillante del sieglo 20) hace una fuerte defensa de la libertad del ser humano. Él decía que aún cuando estamos entre la espada y la pared podemos elegir: morir cobardemente contra la pared o lanzarnos noblemente hacia la espada. Muchas veces las opciones que nos quedan no son las que preferiríamos; pero eso no significa que no podamos elegir.
Seguro que la realidad no es la que queremos. Seguro que está cada día más lejos de la utopía Trek (o de cualquier otra utopía), pero, ¿eso es excusa para dejar de vivir en base a los valores que nos conmueven, a las opciones que nos hacen más felices, a las prioridades en las que más creemos?
Por eso, yo me pregunto, cuán más lejos o más cerca estoy YO de vivir la utopía a la que adscribo. En mi trabajo, en mi familia, con mis amigos, ¿construyo una pequeña, modesta pero muy real "federación"?
Sé que de mí depende.
Y el entorno no es una excusa, apenas es una condición adversa (muy adversa, está bien).
Por eso esta segunda parte de mi respuesta es una pregunta. Que cada lector pueda hacerse cargo de responderla y, si fuera pertinente, mejorarla.
A mí me hace muy feliz saber que mi vida está en mis manos. Como corresponde.

La Etica del Poder: Un año más lejos

Hacia fines del 03, lanzábamos en este blog una nueva sonda Voyager (2004: ¿Un año más cerca o más lejos?).
La pregunta planteada (¿estamos más cerca o más lejos de la utopía Trek?) la siento tan compleja que va la respuesta en dos post distintos (y largos).
Mi primer respuesta es NO.
No estamos más cerca de la utopía Trek. Mi principal argumento es ético.
Si hay algo que distingue el estilo Trek por sobre cualquier otra producción de CF (y de no CF) es el lugar medular que se le da a la justificación ética de los actos. Cada oficial de la federación es fuertemente formado en los principios y legislaciones de la propia organización social. Pero, además, se le induce a desarrollar una estricta conciencia moral, la cual le permite juzgar cada situación en particular a partir del encuadre que le ofrecen las directivas de la federación. Esta conciencia moral y personal lejos de aligerar el enorme peso de los principios legales, los vuelve mucho más severos aún. Cada acto con cierta trascendencia debe ser justificado moralmente y éticamente. Y prácticamente cualquier costo (la propia vida y, aún, la vida de la propia tripulación) es valedero con tal de defender los principios fundamentales (entre los cuales se destacan el respeto a la vida en general, el respeto a las culturas extrañas, la no interferencia con dichas culturas, la no discrimnación, etc.).
Lo interesante es que otras razas que conviven con la Federación en el universo Trek, también poseen estos códigos estrictos. Aún los primitivos, guerreros y colosalmente bestiales (y adorables) klingons tienen un código de honor que encauza todas sus acciones y por el cual están dispuestos a entregar la vida. Algo similar pasa por otras razas "duras" (Romulanos, Cardasianos). Los Ferengis rigen su vida por un código de comercio. Sus valores son casi opuestos a los de la Federación, pero se asemejan en la fidelidad con la que siguen estos valores. Hasta los temibles Borgs no hacen las cosas porque sí, o porque tuvieron ganas. Ellos incorporan (asimilan) a todo aquel que se les cruce. Imponen su fuerza y su poder y nada los detiene. Sin embargo en ellos no hay autoritarismo ni arbitrariedad. Para los borgs, la asimilación es la manera de crecer como raza, de aprender cosas nuevas, de desarrollarse. Se podría decir que su estado de guerra continua con cualquier forma de vida es una manifestación de un código primario (pero código al fin) que es el de la supervivencia de la propia raza.
¿Y qué nos pasa a nosotros, en esta actualidad y este espacio real?
Hace tiempo que veo imperar algo que podríamos llamar "la ética del poder". La resumiría como un único "principio" que diría algo así: "Esto lo hago, porque puedo hacerlo".
Desde este "principio" las cosas se justifican en sí mismas, se hacen porque se tiene la facultad de hacerlas. No hace muchos días un conocido me comentaba como en una transacción inmobiliaria se le habían exigido (y cobrado) algo así como 300 dólares de más amparados en la fría letra (y pequeña letra) de un contrato formal. Esta cifra estaba destinada a resarcir al comprador (victimario en este caso) ante un incumplimiento del vendedor (la víctima y conocido mío) ante una demora en la escrituración del inmueble. Dicha penalidad se basa en el supuesto de que el comprador se verá perjudicado por demorar su posesión del inmueble adquirido al demorarse la escritura. El problema, es que el comprador ya había tomado posesión del inmueble, por la buena voluntad del vendedor, quien se la entregó mucho antes de lo "legal" para beneficiar a la otra parte desinteresadamente.
Ante el reclamo de mi conocido, el comprador no tuvo reparos en admitir que el cobro de esa plata no correspondía, no era correcto. Pero tampoco tuvo reparos en admitir que lo hacía "porque podía".
Esto ya es duro, pero más fuerte me resultó saber que la actitud del comprador era de completa naturalidad; de hecho no se explicaba por qué se le hacía este planteo. No sentía verguenza alguna, ni tan sólo intentaba esconder la naturaleza real de su acto. Él lo sentía "éticamente" correcto. Es la ética del poder. Lo hago porque puedo. El acto se justifica en la misma factibilidad de hacerlo. Es Bush invadiendo Irak porque puede hacerlo. Es el que te roba en la esquina de tu casa porque puede hacerlo. Es el político corrupto porque puede hacerlo. Es el comerciante que sube injustificadamente los precios porque puede hacerlo. Es el que deja de pagar alguna obligación porque puede hacerlo. Cada uno estará rodeado de miles de pequeños y grandes ejemplos de la "Etica del Poder". Siento que ella no sólo nos aleja cada vez más de la utopía Trek, sino también de nuestra escencia gregaria y de nuestra más profunda médula de humanidad.
Nos dehumaniza sin animalizarnos (tampoco el animal hace las cosas porque puede, sino por imperativos muy fuertes y que lo trascienden llamados instintos).
Nos convierte en algo denigrado y denigrante.
Lamento si este post tiene un aire amargo. Pero esto me amarga.
Sin embargo, tampoco creo que sea toda la realidad.
De la otra parte hablaremos en otro momento.

Sobre "Utopías e Imposibles" o "Star Trek: Voyager"

La excusa para pensar hoy ha sido Star Trek: Voyager (4º encarnación televisiva de la saga Trek).
La historia es sencilla y no del todo novedosa. La USS Voyager queda varada en el cuadrante Gamma (esto es muy, pero muy lejos del espacio de la Federación).
Saben cuál es el camino de regreso (a diferencia de la vieja "Perdidos en el Espacio") pero el problema es que les llevaría unos 80 años (número tirado por mí casi al azar porque no recuerdo el número correcto de años. Se agradecen precisiones de algún fan trekkie).
La capitán Janeway debe elegir entre dos opciones bien distintas:
1)Opción "realista": buscarse un bonito planeta clase "M" (o sea, habitable) que sea cómodo y seguro para desarrollar una colonia y vivir una vida normal.
2)Opción "utópica": comenzar el viaje de regreso que no podrán ver culminar porque es imposible que lo realicen en los años que les queda de vida. Esto implica, además, asumir todas las complicaciones y riesgos de semejante emprendimiento.
Janeway elige esto último (si elegiste la opción 1, jamás llegarás a capital de la Flota Estelar). Pone proa hacia el espacio de la Federación y ordena "Warp máximo".
¿Qué le pasó a Janeway?
¿Por qué tomó esta opción?
Creo que la capitán tenía la firme convicción de la "imposible" y "utopía" no eran sinónimos exactos.
Nuestra cultura, hiperpragmática y megaeficientista, nos ha llevado a creer que son lo mismo.
Y no es así.
Imposible alude, como término, al grado de factibilidad de un hecho o suceso, partiendo siempre (y esto es decisivo) de los datos conocidos en un momento dado. Tendemos a ver lo imposible como algo absoluto de irrevocable. Por eso los imposibles nos paralizan. Sin embargo, toda la historia de la humanidad nos revela que muchas veces lo imposible ha sido algo provisorio. Imposible es algo que, entonces, ahora y en este contexto, no puede ser. Una sencilla caracterización descriptiva, muchas veces provisoria y corregible.
Utopía es, en cambio, una valoración que me dice que algo es bello, deseable, anhelable. Es algo de tan alto valor que me mueve, me atrae hacia él aunque me parezca inalcanzable. El que descubre y abraza una utopía entiende para qué son los ideales. Los reconoce como puntos de referencia, direcciones para comenzar el recorrido. Son puntos cardinales antes que lugares reales. Cuando dices que quieres caminar hacia el norte, nadie cree que intentes alcanzar el polo norte magnético; cualquiera se da cuenta que tan sólo te ha seducido esa dirección concreta.
Por eso, el que descubre y abraza una utopía, pronto aprende que la meta es tan valiosa como el trayecto (si no lo creen, lean la trilogía del Señor de los Anillos).
La historia está repleta de miles de ejemplos de todo esto (los invito a buscar cada uno el que más resonancia le provoque).
Les comparto uno.
Hace muchos años, y durante mucho tiempo, el hombre no podía volar. El vuelo era para las aves. El vuelo era imposible (desde los conocimientos y tecnología de la época). Pero durante muchas generaciones, hubo un puñado de soñadores que en este imposible descubrieron una utopía. Y ellos fueron los pioneros de la aviación.
Si ellos hubieran vivido en una cultura hiperpragmática y megaeficientista hoy viajaríamos sólo en barcos y trenes.
Nuestra cultura nos dice que las utopías son imposibles (¿qué novedad hay en eso?), pero también dice que lo único que importa es el hoy, lo que te da un rédito (material) ahora.
No vale la pena caminar para transformar en posible lo imposible.
Cultura estúpida.
Cultura miope que no ve más allá de lo inmediato.
Cultura narcisista que no logra trascender al individuo (o el exacto centro geométrico de su ombligo, para ser más preciso).
Cultura que no deja soñar, creer, proyectar, vivir, anhelar, construir, cambiar.
Cultura mentirosa y homicida ("Las utopías han muerto")
Si sientes tu vida un poco opaca, deslucida, hueca, gris, rutinaria, agobiada, predecible, enclaustrada, ¿por qué no te preguntas cómo andas de utopías?
Seguro que tu corazón está enamorado de un buen ramillete de utopías (pequeñas o grandes, personales o colectivas, de más fácil acceso o de las otras).
¿No será que sentiste cierto desencanto cuando te dijeron que eran imposibles de alcanzar o que habían muerto?
Volvé a enamorarte de ellas y recordá cuál es su función: orientar y dinamizar tu vida.
Dejate seducir por las utopías.
Dejate enamorar por la aventura.
Dejate ganar por tus sueños.
Dejate atrapar por el camino aunque tenga riesgos.
Si logras valorar y disfrutar de los trayectos y no sólo de las metas, te aseguro que no quedarás defraudado.
Pon entonces proa a tus sueños y dile, como Janeway, al timonel de tu corazón: "Warp máximo; llévenos a casa"

Los Distintos

"Soy distinto".
Frase que escuchamos muchas veces. Tantas de ellas acompañada de dolor, congoja y hasta cierta auto compasión.
Frase que va acompañada de un "no encajo en ningún lado" o "no me puedo conectar con nadie".
Me pregunto, cuando uno dice "soy distinto", ¿distinto con respecto a qué o a quién?.
Soy distinto, soy raro, soy anormal, ¿con respecto a qué parámetro o norma?
En Star Trek es interesante el concepto de distinto.
En el puente del Enterprise original convivían norteamericanos con un oficial ruso (concepto horroroso en la época). El primer oficial era un alien (el recordado Sr. Spok). Y aún más, en uno de los capítulos se pudo ver el prmer beso interracial de la televisión (El pícaro de Kirk con la pulposa y morocha Uhura).
Todo esto fue completamente revolucionario para la época y se transformó en parte de la misma estética Trek: lo distinto no es un criterio de valorización de nadie.
Fue así que en todas las series que siguieron a la original, siguieron apareciendo muchos distintos. Aparece incluso el amor entre distintas especies humanoides. Muchos nos preguntamos cómo la interesante consejera Troi podía poner su mirada (y algunas otras cosas) en el salvaje Worf(klingon, con crestas en la cabeza y varias notables diferencias con los modelos estéticos preodominantes en la época). Ese mismo Worf que luego se casaría con Dax (uno de los personajes femeninos más interesantes de toda la saga Trek).
Repito, parecería que lo distinto no es un tema que se tenga en cuenta. Distintos en cultura, en religiones, en colores, en edades, etc.
Sin embargo, tampoco se caía en algo así como que "todo es lo mismo, todo es aceptable, todo está bien si lo sentís así".
Entre la Federación y la Confederación Ferengi(los ferengis son una raza que parodia al capitalismo, llevándolo a un extremo absolutamente delicioso)había diferencias, y estas producían abismos de distancias entre ambos. Pero la diferencia no está en el tamaño de las orejas de los Ferengis, sus dientes afilados o en su amor por comer gusanos.
Las diferencias eran diferencias de valores, de criterios, de eje ético a partir del cuál se organizaba la sociedad. Otro tanto (pero muchísimo más radical) pasará con los Borgs (cultura colmenar de simbióticos orgánico-cibernéticos) para quienes no existe ningún respeto por la vida individual, no conocen el conepto de libertad y, precisamente, no aprecian las diferencias particulares de cada uno.
Ahí la Fedeación no puede negociar. Esas diferencias no son aceptables.
Y esto nos pasa a todos.
Nada más que, algunas veces, nos cuesta distinguir aquellas diferencias que tienen que ver con la riqueza de ser distintos de las otras con las que no se puede negociar.
Hasta podemos confundir las prioridades. Podemos rechazar por color, edad, cultura, nacionalidad, religión... mientras que somos complacientes con planteos que atentan contra la dignidad humana (la de otro o la mía misma, que vendría a ser exactamente lo mismo).
Yo soy muy diferente de todos los que conozco, me gustan cosas que no son comunes, tengo hábitos que no son los de todos.
Puedo aceptar eso en cualquiera.
Pero no puedo tomar un café con un torturador.
No puedo sentarme a la mesa de un corrupto.
No puedo negociar con las "modas" que van en contra de la felicidad humana (que es lo mismo que decir de mi propia felicidad)
Quizás todo sea cuestión de ver aquel tema de la "norma o parámetro" a partir del cual calificamos algo como distinto.
Si la norma es la estadística (lo que más se consume, lo que más vemos, lo que más se usa, etc.), sabremos que lo distinto es una bendición que hará mucho más interesante la vida.
Si, en cambio, la norma es el eje ético y moral sobre el cuál armamos la vida (sea cual sea el que tú, libre, honesta y responsablemente puedas elegir) el planteo será distinto. Y también la complacencia.
Si te sientes distinto a mí por lo que pienso, bienvenido.
Si te sientes raro con respecto a los que te rodean, bienvenido.
Si no te ves normal con respecto a lo que son los demás, bienvenido.
Si te identificas más con los Ferengi o los Borg que con la Federación, ¿qué estás haciendo acá? Pero, aguarda, no te vayas aún. Vuelve a leer estas líneas. Tal vez te ayuden a revisar tu postura. Si es así, si tan sólo te animas a revisar tu postura,...bienvenido.

¿Por qué la "Esperanza Trek"?

Porque, para mí, la esperanza no es una opción. Es sencillamente ser consecuente con mi propia historia, ser coherente con mi propia experiencia. Negar la esperanza, sería negarme a mí mismo. Les cuento. No hace tanto, descubrí que mi existencia era un milagro. Sólo un hombre y sólo una mujer tenían el material genético necesario para gestarme. Este hombre y esta mujer no sólo debían cohincidir en un tiempo determinado, sino tambén tener entre sí edades compatibles, compartir un mismo lugar, conocerse y, aún más, gestar el mínimo vínculo necesario que los llevara a tener una unión sexual al menos. Pero eso no es todo. Tan sólo uno de los cientos de óvulos que esa única mujer (entre todas las mujeres de la historia) iba a tener la información necesaria para que yo existiera. Y, como si fuera poco, sólo uno de los miles de millones de espermatozoides de ese único hombre (entre todos los hombres de la historia) iba a contener la otra mitad de la información requerida. Por otra parte, el momento de la producción de ese óvulo debía cohincidir matemáticamente por la producción de ese único espermatozoide, el cuál debería triunfar en su misión por sobre millones de hermanos, para así fecundar aquel óvulo y gestarme a mí.
Esto, para mí, es un milagro.
Esto, para mí, es el primero de muchísimos otros datos empíricos que me hacen casi "obligatoria" la esperanza.
Por eso me identifico con Star Trek.
Por eso no dejo de creer en los milagros.
Como que vos, como que usted, como que tú, en este momento estén leyendo estas líneas.
Como que en este momento algo que descubrí, en una noche de insmonio, haya salido de mi mente y de mi corazón y llegue a la tuya-suya-vuestra y genera alguna respuesta.
Gracias por estar ahí.
Gracias por volver a justificar la esperanza.