Trasnochada
Estoy completamente agotado.
Es tarde y mañana arranco temprano.
Pero vengo postergando mis líneas demasiado tiempo.
Nunca aparece ese momento preciso, ese espacio ideal, esa conjunción equilibrada para sentarme con el teclado y hacerlo dialogar con el corazón.
Por eso me decidí por el momento impreciso, el espacio real, y una mezcla bizarra y ciertamente nada afinada de cuestiones que me tironean.
Es que hay un compromiso de seguir diciendo presente. Tenga ganas o no. Tenga ideas o no. Tenga tiempo o no. Tenga sueño o no.
Mucho eludí ese compromiso el último tiempo. Y temo que lo seguiré haciendo porque mi vida real me exige, me demanda, me suplica. Claro que también me retribuye, me gratifica, me alegra. Si no la ecuación estaría mal.
Pero, de todos modos, en este impreciso y poco adecuado momento, digo que aquí estoy.
Comento, entonces, el artículo que me linkeó Blanca (Mejor en la Tierra que en el Cosmos).
Van impresiones sueltas.
Por un lado me parece una suerte de sacrilegio que Picard (nada menos que el Capitán Jean Luc Picard) diga que hay que postergar la exploración espacial.
Por otro lado reconozco que esto no lo dice Picard, sino Patrick Stewart, un actor con todo el derecho del mundo a opinar lo que le parezca.
Por otra parte me vuelvo a sublebar y me digo "igual no puede decir eso", tiene una responnsabilidad asumida por el rol que desempeño en Star Trek.
Otra voz, más racional, me dice "¡callate, nabo, no digas pavadas".
Y así me voy peleando conmigo mismo.
Lo más loco es que yo mismo pienso algo parecido al bueno de Stewart. Aunque no tanto con el tema de la exploración espacial, más bien con el armamentismo. Ya se que es un lugar común, pero eso no lo hace menos cierto y escandaloso, que no existiría hambre en el mundo si se moderara (y digo "moderara" y no "eliminara") la investigación y producción de armamentos. Quizás allí no sólo le daríamos a comer a los que tienen hambre. Creo que hasta podríamos disponer de un mayor presupuesto para conocer el vecindario de la Tierra (y, por qué no, a sus vecinos también).
Pero tampoco esto quita que sea un escándalo que se tiren millones de dólares al espacio con los que podrían comer millones de personas. ¿El fin justifica los medios?. Lo noble y copado del objetivo ¿hace más legítimo el contexto de injusticia social que supone?.
¿Cuántos de esos dólares, que nos mandan hermosas fotitos de marte y revolucionarios datos del planeta rojo, fueron literalmente robados a países del tercer mundo (nosotros, por ejemplo) y significan hambre, desnutrición, pobreza, ignorancia, falta de futuro y esperanza?
Sin embargo, mi corazón romántico se sigue emocionando con esas fotitos y esos datos. Sigue soñando con un contacto del "tercer tipo", mira con emoción las estrellas, sueña con viajar en un transbordador y pasarse unas vacaciones en la estación espacial.
Soy una persona con sentimientos muy ambiguos en este tema (y en tantos otros), pero trato de ser coherente con lo que pienso y siento.
Creo que el mismo Picard no adoptaría una postura muy distinta a la mía.
O capaz que sí y el sueño ya me hace decir (escribir) pavadas.
Comenten y corrijan las barbaridades aquí vertidas por las que, desde ya, pido humildes disculpas a mis pacientes y fieles lectores.
Hasta que le robe otro rato al sueño.
Es tarde y mañana arranco temprano.
Pero vengo postergando mis líneas demasiado tiempo.
Nunca aparece ese momento preciso, ese espacio ideal, esa conjunción equilibrada para sentarme con el teclado y hacerlo dialogar con el corazón.
Por eso me decidí por el momento impreciso, el espacio real, y una mezcla bizarra y ciertamente nada afinada de cuestiones que me tironean.
Es que hay un compromiso de seguir diciendo presente. Tenga ganas o no. Tenga ideas o no. Tenga tiempo o no. Tenga sueño o no.
Mucho eludí ese compromiso el último tiempo. Y temo que lo seguiré haciendo porque mi vida real me exige, me demanda, me suplica. Claro que también me retribuye, me gratifica, me alegra. Si no la ecuación estaría mal.
Pero, de todos modos, en este impreciso y poco adecuado momento, digo que aquí estoy.
Comento, entonces, el artículo que me linkeó Blanca (Mejor en la Tierra que en el Cosmos).
Van impresiones sueltas.
Por un lado me parece una suerte de sacrilegio que Picard (nada menos que el Capitán Jean Luc Picard) diga que hay que postergar la exploración espacial.
Por otro lado reconozco que esto no lo dice Picard, sino Patrick Stewart, un actor con todo el derecho del mundo a opinar lo que le parezca.
Por otra parte me vuelvo a sublebar y me digo "igual no puede decir eso", tiene una responnsabilidad asumida por el rol que desempeño en Star Trek.
Otra voz, más racional, me dice "¡callate, nabo, no digas pavadas".
Y así me voy peleando conmigo mismo.
Lo más loco es que yo mismo pienso algo parecido al bueno de Stewart. Aunque no tanto con el tema de la exploración espacial, más bien con el armamentismo. Ya se que es un lugar común, pero eso no lo hace menos cierto y escandaloso, que no existiría hambre en el mundo si se moderara (y digo "moderara" y no "eliminara") la investigación y producción de armamentos. Quizás allí no sólo le daríamos a comer a los que tienen hambre. Creo que hasta podríamos disponer de un mayor presupuesto para conocer el vecindario de la Tierra (y, por qué no, a sus vecinos también).
Pero tampoco esto quita que sea un escándalo que se tiren millones de dólares al espacio con los que podrían comer millones de personas. ¿El fin justifica los medios?. Lo noble y copado del objetivo ¿hace más legítimo el contexto de injusticia social que supone?.
¿Cuántos de esos dólares, que nos mandan hermosas fotitos de marte y revolucionarios datos del planeta rojo, fueron literalmente robados a países del tercer mundo (nosotros, por ejemplo) y significan hambre, desnutrición, pobreza, ignorancia, falta de futuro y esperanza?
Sin embargo, mi corazón romántico se sigue emocionando con esas fotitos y esos datos. Sigue soñando con un contacto del "tercer tipo", mira con emoción las estrellas, sueña con viajar en un transbordador y pasarse unas vacaciones en la estación espacial.
Soy una persona con sentimientos muy ambiguos en este tema (y en tantos otros), pero trato de ser coherente con lo que pienso y siento.
Creo que el mismo Picard no adoptaría una postura muy distinta a la mía.
O capaz que sí y el sueño ya me hace decir (escribir) pavadas.
Comenten y corrijan las barbaridades aquí vertidas por las que, desde ya, pido humildes disculpas a mis pacientes y fieles lectores.
Hasta que le robe otro rato al sueño.
2 comentarios
Blanca -
En este país, en esta provincia y tanto desde el gobierno de aquel entonces como de la universidad nacional, se apostó a desarrollar la tecnología en casa en lugar de comprarla fuera. Seguramente salió más barato, también, pero ese dinero pudo ser utilizado para otras cosas que seguramente también hacen falta.
Yo lo veo como una inversión. En el proceso se capacitaron mentes y manos laboriosas argentinas, que ahora pueden repetir y mejorar la experiencia, así como transmitir el conocimiento a otros.
Una forma de combatir los males del subdesarrollo es invertir en investigación y en educación (creo que aquí me identifico con lo que contó Jorge de la India). Y, más allá del tema de las armas en el que creo que estamos todos de acuerdo, creo incluso que los países más pobres somos los que tenemos que mirar hacia afuera, mientras no perdamos la perspectiva de lo que sucede acá nomás. Que es difícil de no ver, la verdad.
Para mí que Stewart se equivocó en eso: necesitamos una mirada abierta y abarcativa, no excluyente.
Y, por qué no, soñar un poquito. Como lo hacés vos, Horacio :)
Jorge -
Respecto de sus opiniones "suenan bien", pero hay tareas que no se podrían hacer si las relegamos solo a robots, como sugiere este buen hombre.
Por ejemplo, si llegamos algun día a terraformar Marte, eso no puede hacerse a control remoto.
Posiblemente esta opinión haya que encuadrarla en el "Plan Bush" para la NASA en este decenio, que de seguro va a ser un tiradero de $$$ y su eficacia se critica desde ahora mismo.
Creo más profunda tu opinión en el post.
¿Cuál es mi opinión? Cito una anécdota que me contaron hace mucho en la Facultad: en la India, cuando armaban su agencia espacial, se le pregutó a un científico hindú cómo podía ser que se planearan enviar satélites en un país donde la gente moría de hambre en las calles. la respuesta fué: "si no hacemos esto perdemos oportunidades de mejorar la situación, y la gente seguiría muriendo de hambre en las calles".
Abrazos